Ica, una fractura mal curada

A un año del terremoto que azotó el sur del país, los mismos escenarios empolvados son ahora cubiertos por un tenue maquillaje que trata de disimular la tragedia que el 15 de agosto del 2007 sacudió estas tierras. Niños llorando, padres desesperados por encontrar a sus hijos, el terror y la angustia se apoderó de miles de personas que creían estar viviendo una pesadilla.

Y es que después de todo un año, en donde las promesas no dejaron de recitarse a diestra y siniestra, mucho o poco se ha hecho frente a este desastre. La indiferencia es casi total, las casas derrumbadas, las pistas sin asfaltar, los miles de proyectos que se quedaron en papeles, los albergues y carpas que aún sirven de refugio para los pisqueños siguen en el mismo lugar.

Los días terribles aún llevan consigo recuerdos tristes. Las fogatas que hacían para calentarse con maderas de las casas destruidas y las frazadas que fueron repartidas, eran la única propiedad de muchos. La ayuda se hacía esperar. Desde la capital los camiones, que por la destrucción de la carretera se hacían cada vez más esperados, eran necesarios para abastecer a una gran porción de familias, que por 365 días fueron haciéndose como manchas borrosas en la mente de los peruanos.

El sismo de 7,9 en la escala de Richter que se registró hace un año dejó 596 muertos, más de 435 mil damnificados y 139 mil viviendas deterioradas, según cifras oficiales. El Perú y su ubicación sobre el llamado Cinturón del Pacífico, hace que sea muy vulnerable frente a los sismos. Lamentablemente no estamos preparados aún sobre cómo actuar frente a un movimiento telúrico como este.

La prevención de desastres naturales es un tema que aún no está bien difundido. Pocos saben de las medidas que Defensa Civil pide que sigamos. Simples cosas que pudieron haber hecho de este siniestro un dolor más llevadero. Creo qué la educación juega un papel muy importante en este caso, ya que al estar todos informados y sepan que hacer estos desastres podrán ser mejor controlados.

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