lunes, 10 de noviembre de 2008

El Perú, mi refugio


Al pasar un día común y corriente por las calles de Lima, ya no sorprende ver a centenares de niños en cada semáforo de las avenidas más concurridas o en las calles. Sus pequeñas manos sucias y maltratadas por limpiar autos, sus delgados cuerpos que piden s/.0.10 céntimos para un pan, sus miradas tristes y apagadas, que a su edad deberían estar llenas de luz y picardía propias de la niñez.

Parece que las conmovedoras escenas causan efecto e
n el momento. Apenas doblamos la esquina empezamos a ocupar nuestras mentes en otras cosas y todo lo que pudimos pensar segundos atrás queda en el pasado.

Son pocas las personas que dedican su vida al servicio de los demás sin esperar nada a cambio. Creen que la mejor recompensa es ver que pudieron hacer algo, aunque sea poco, por los demás.

Doris Storz es una de ellas. Una mujer que vino desde Suiza hace ocho años para dedicarse en cuerpo y alma a los niños del Perú. Hace mucho tiempo le hablaron de este país tan lejano ubicado en Sudamérica. Eso hizo que se decidiera a estudiar enfermería pediátrica, coger sus maletas y venir al Perú comprando un pasaje sin retorno.

Ella es fundadora de la Asociación Cristiana ‘El Refugio’, sin fines de lucro, que alberga a bebés y niños en estado de abandono o riesgo en extrema pobreza. El refugio pasó cuatro años por un largo proceso durante los cuales se logró hacer todo de manera legal. Doris afirma que lo más difícil fue buscar gente que ayude.

Ya en el 2000 se pudo abrir el hogar que empezó con cinco niños los cuales fueron de mucha motivación para expandir esta hermosa labor a otros puntos de Lima como Pachacutec y Cieneguilla.

Un nuevo hogar
La asociación cristiana El Refugio se llama así ya que como lo dice su nombre, es un refugio para los niños que están en abandono y alto riesgo que no tienen mamá o papá o ningún familiar que se haga cargo de ellos. Más allá de esto la motivación principal es el amor de Dios hacia los niños y en especial porque en este lugar se puede encontrar mucho amor y paz.

Este lugar no cuenta con ningún tipo de apoyo del estado. Está regulado por el Mimdes por medio del cual se tiene que renovar cada dos años el proyecto y están registros públicos como una asociación cristiana.

Sus trabajadores cuentan con todos los beneficios correspondientes. Reciben un sueldo y están en planilla. Son muy pocas las personas que colaboran desinteresadamente ya que se dejan llevar por la emoción y el momento pero luego olvidan.

Sobreviviendo
A pesar de ser una asociación que lleva poco tiempo de haberse fundado, El refugio está creciendo a grandes pasos. Y es que hay mucha gente que necesita ayuda en el Perú. Una de las formas de conseguir dinero y poder sobrevivir mes a mes es a través la venta de sus productos “Luddo especialidades Suizas”. Los ingresos son 100% privados.

El bazar realizado por navidad cuenta con productos hechos por las mujeres del hogar y son vendidos para poder sacar algo de dinero. También están las tarjetas con motivos especiales.

Lo que consideran una bendición, son las personas que colaboran desinteresadamente. A través de ellas no solo llega la ayuda económica sino que muchas ayudan asistiendo al hogar y brindado su tiempo, que es una manera muy buena de poner su granito de arena.

Todo es bienvenido, desde frazadas, camas, ropa, juguetes en buen estado, víveres y todo lo que pueda hacer el ambiente para los niños un lugar mejor.


Un hogar
Los niños llegan al refugio a través del Juzgado de familia o del Mimdes. Estas entidades, saben que en El refugio los niños tendrán un verdadero hogar con hermanos sustitutos haciendo que se sientan como en familia.

“Durante los años de funcionamiento cinco, niños han sido adoptados. Siempre se busca una familia que cuente con un buen perfil y que pueda darle lo necesario al niño”, aseguró Doris Storz.

En el refugio el día se pasa volando. Los bebés juegan por las mañanas y los de pequeños de cinco años van al jardín. Los más grandes, tienen ‘home school’ donde el idioma alemán es parte de la curricula. Esto le da un plus a la educación de estos y ayuda a que tengan mejores oportunidades a la hora de abandonar el hogar que es a los 18 años; pero aún no se da el caso.

Sonriendo
Pasar una tarde en El refugio es una experiencia única. Es mentira cuando las personas dicen que es bueno hacer labor social ya que se puede enseñar mucho a los niños. La verdad es que mucha gente es la que aprende de ellos.


Es admirable ver como unos seres tan pequeños luchan contra el mundo a base de alegría y sonrisas. Ellos son los que tiene el poder y la magia de hacer todos los sueños realidad. Con solo un gesto, un abrazo logran que el corazón más duro se ablande, no existe la malicia en sus actos y son las personitas más puras y sinceras del mundo. Ojala y nunca perdiéramos esa sencillez de la niñez.